El domingo 8 de octubre regresarán a las calles colectivos, sectores de la población y sindicatos, será en pleno mundial de voleibol playero y la manifestación responde a la cerrazón, represión y discurso amenazante del gobierno morenista de la Triste Historia.
Desde el pasado 9 de agosto que se realizó la “Marcha por Tlaxcala” la administración lorenista se dijo abierta al diálogo y la conciliación, recibieron incluso un pliego petitorio en el cual se enlistaban 20 temas urgentes de atención, NINGUNO tuvo solución ni atención, por el contrario.
El primer punto, por ejemplo, relacionado a la entrega de la toma de nota a los sindicatos de burócratas no se dio, por el contrario, en el espectáculo cómico, trágico y musical denominado “lorefest”, vino la amenaza, el discurso incendiario, plagado de resentimiento y odio, que derivó en el despido de trabajadores, empezando por el líder del 7 de Mayo.
Los 19 puntos restantes también fueron ignorados, el desabasto de tratamiento para infantes con cáncer continúa, bueno, ahora hasta salió a relucir el acoso sexual que sufren los pacientes por parte del personal; la exigencia del despido de funcionarios menos, les vale que sean deudores alimentarios, o que sobre su conciencia carguen ya muertes, como de un detenido torturado, en el caso de la procuradora; una normalista, para el de educación; o inconformes en Xicohtzinco para el incompetente titular de Gobierno.
Por el contrario, desde agosto pasado se sumaron nuevos casos, por ejemplo, el de Protección Civil que gusta de la apología del delito de la trata y así lo dejó evidente con el casco de la bailarina exótica; la de Cofeprist, evidenciada por los propios trabajadores por fabricar infracciones y otras corruptelas; o la de la Función Pública, solapadora de malos funcionarios y ahora coparticipe de la persecución aleccionando como elaborar actas administrativas.
De la demanda del freno a la persecución contra activistas y líderes sociales, sindicalizados, políticos, y ciudadanos ya lo vimos, el mejor ejemplo es Enrique Escobar, elegido dirigente en “n” número de asambleas.
Punto aparte es la ocurrencia del Autotrén, en lugar de sentarse con los vecinos e inconformes a darles toda la información, recordemos que fue la propia mandamás quien se pitorreo de ellos al decirles que hacían sus manifestaciones sin tener todos los datos, resultó que ante la exigencia de un juez federal para que el gobierno entregara todo el expediente del plan de obra, la Triste Historia tuvo el descaro de mentirle a la autoridad jurisdiccional al decir que “no existía tal proyecto”, algo así, como que todo era producto de la imaginación de los que interpusieron amparos.
De la atención de víctimas, el estado sigue sin recibirlos y atenderlos, por el contrario, dos meses después hay más. Los presos inocentes no les importan, los policías tampoco, siguen con sus míseros sueldos y ahora, gracias al INEGI, evidencia de nuevo a Tlaxcala como una de las peores entidades en cuanto al maltrato a su personal, no solo eso, ni a 2 mil elementos llegamos.
La lista de omisiones sigue, es tan larga que pese a la mesura y la cordura del movimiento, que se guardó en espera del diálogo, el gobierno prefirió montarse en su postura dictatorial, en donde solo una voz vale.
Si el domingo 8 de octubre pretenden reprimir, o días previos amedrentar, para su desgracia, ellos mismos se pusieron la soga al cuello con un evento internacional, ante la mirada de extranjeros y de la prensa, serán exhibidos como en su momento le pasó a Díaz Ordaz con la represión estudiantil previo a los juegos olímpicos del 68 que pasaron a la triste historia de este país.