Estatal

“EJEMPLAR”

Esta semana se anunció la sanción “ejemplar” para un ex alcalde al que se le detectó la malversación de recursos públicos. Al “Cachorro” de Zacatelco lo sentenciaron a seis meses de prisión y el pago de poco más de 2.2 o 2.8 millones de pesos, perdonen la imprecisión, pero fue así como lo dio a conocer la FGJE por un lado, y la gobernadora Cuéllar por el otro.

La sanción deriva de anomalías en la cuenta pública del año 2022, y el monto del quebranto superaba los 10 millones de pesos, sin embargo, tras someterse a un procedimiento abreviado, suponemos que se declaró culpable, obtuvo como gracia devolver siquiera una tercera parte de lo observado, y dado que lo detuvieron en mayo pasado, a finales de noviembre estará libre.

La sentencia al Cachorro es la primera que logra la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción creada desde 2018, así lo presumieron, pero debería darles vergüenza, amén por la ridícula sanción, apelable, por cierto.

Según Lucio Salas, titular del Órgano de Fiscalización Superior hay 180 denuncias, tanto penales como administrativas contra ex autoridades, al tener solo una sentencia es penoso, y no olvidemos que ante la recién creada Fiscalía Anticorrupción fueron denunciados en su momento diputados y diputadas que pidieron moche a cambio de etiquetarles recursos del extinto Fondo de Resarcimiento de las Finanzas Municipales, entre las denunciadas y grabadas están al menos dos que son funcionarias de Cuéllar desde que llegó al gobierno y que gozan de impunidad.

LA TIENDITA DE RAYA

La feria de Tlaxcala es un negocio redondo solamente para el Patronato y el gobierno de la Triste Historia, como nunca, en esta ocasión le hincaron el diente a los comerciantes y expositores hasta para vender refrescos.

Testimonios que están en poder de Gentetlx, dan cuenta que, a la costosa renta de lugares; 75 mil por un espacio de 4×4 para vender alimentos, por ejemplo, hay que sumarle la firma de un contrato de “exclusividad” para comprar directo con el Patronato todas las bebidas, alcohólicas o no, y la adquisición de un permiso “especial” para poder comercializar las embriagantes.

La tarifa empieza en los 15 mil, para la cerveza, y el costo puede superar los 35 mil pesos para venta de botellas de alcohol por copeo, y ahora sí que depende del negocio el sablazo.

Es, tal cual, la tienda de raya de la hacienda tristona de ya saben quién, en el pasado la “tradición” era concesionar a una empresa refresquera y a una cervecera la exclusividad de la venta de su marca al interior del recinto que comercializaba la empresa, por ello el gobierno recibía su tajada, pero nunca se atrevieron a tanto, ahora de plano obligan a los antreros, restauranteros y expositores a comprar al patronato el producto, vale decir, con un precio mayor.

Ante el abuso de los capataces, el iluso visitante que acude al recinto a consumir, la fiesta le puede salir, literal, en un riñón.

Por cierto, para los cómplices y miembros de la casta real la cosa es distinta, para ellos no hay obligación, exclusividad, es más, nos cuentan que ni renta pagan… les suenan los apellidos Cisneros, Zamora, Rodríguez o Cuéllar.

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