En cuestión de horas, Radio Altiplano regresará al patrimonio cultural de los tlaxcaltecas, la aventura de entregarlo al corporativo mediático de El Heraldo fue solo eso, una ocurrencia que tenía de fondo favorecer el negocio de un particular a cambio de bicoca, según iban a modernizar y capitalizar a la estación, en los hechos, solo recibieron cubos para micrófono, calcomanías con el logotipo y un puñado de espacios para el gobierno. Siguen con las mismas chatarras operando.
Fue un mal negocio, sin duda, y así lo condenó el propio presidente López Obrador en una de sus mañaneras cuando se enteró que el gobierno de Tlaxcala entregó, el 1 de octubre del año pasado, la frecuencia de una estación concebida para difundir nuestra cultura y fomentar la educación.
Un mes después de colocar al aire la señal nacional del Heraldo el mandatario nacional anunció que pediría a los empresarios del medio, por cierto, afín a la 4T, dar marcha atrás al contrato, y nos informan que tras la orden presidencial solo restan unos cuantos trámites para que Altiplano regrese el 11 de junio a su origen de creadora de contenido, no de repetidora de barras de programación comerciales.
No solo eso, como el argumento de regalar la frecuencia del 96.5 fue la necesidad de invertir recursos para modernizarla, nos informan que el “generoso” gobierno federal destinaría algo así como 100 millones de pesos para capitalizarla, bueno, de confirmarse el monto, esperemos que le amarren las manos a la titular del sistema estatal para que el dinero no pase por sus manos, menos los contratos con quienes equipen la estación, porque todo pierde.
Y es que una solicitud de información promovida para conocer el contrato, convenio o figura jurídica bajo la cual se entregó la frecuencia fue respondida con la negativa al asegurar que “tras revisar exhaustivamente sus archivos no encontraron nada”, ¡qué casualidad!
EN ESO DE DESTRUIR
A colación del sistema estatal de radio y televisión, con la novedad que a tres meses de salir del aire la señala de la Televisión de Tlaxcala, tras dejar perder la frecuencia del canal 10.1, y del silencio de la titular de la coordinación, parece que también están por recuperarla, y no por una llamada, como juraron que lo harían, sino por la intervención directa de la gobernadora.
Dirán misa y lo negarán, pero la realidad es que mientras la angelical funcionaria se dedicaba a planear su venganza contra sus críticos, lo que incluyó aquellas lonas, una de ellas contra el secretario de Gobierno, y la contratación de golpeadores que agredieron a una periodista, no atendió el trámite urgente para conservar la frecuencia por lo que fue cedida al IPN.
Bueno, pues su jefa tuvo que salir al quite y también veremos pronto la devolución del canal 10.1 al patrimonio de los tlaxcaltecas, la pregunta es solo una: esas graves omisiones que derivan en responsabilidad ¿quedarán impunes?, eso también es corrupción y se castiga por ley.
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