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CAVERNÍCOLA

Por Edgardo Cabrera

Cual cavernícola, el ex presidente de Tlaltelulco, Marco Antonio Pluma protagonizó el miércoles un pleito con trabajadores del ayuntamiento, luego de que lo sorprendieron cambiando luminarias públicas con una cuadrilla de sus empleados.

Algunos dirán que se trataba de una “buena acción”, incluso “generosa”, el asunto es que después de sustituir las lámparas fundidas pedía a los vecinos firmar un formato membretado por la administración municipal que encabezó, así lo acusó el ayuntamiento de la alcaldesa Rocío Meléndez Pluma.

Molesto, el ex alcalde acompañado por su parentela, entre ellos su hermano, así como de trabajadores a su servicio, irrumpieron en la presidencia municipal, agredieron a los empleados, incluso uno fue lesionado, y luego de tratar de sostener una reunión con las autoridades municipales, el encuentro fue suspendido porque quería más pleito; en los videos difundidos, incluso se escucha el momento en que Pluma lanza una amenaza a los trabajadores.

Es claro que algo teme este personaje, es el mismo señalado de solapar el ataque sexual a una policía por parte de sus mandos, entre ellos el entonces director de la corporación, quien sigue prófugo de la justicia al no actuar con rapidez tras la denuncia.

Es el mismo que no concluyó el proceso de entrega recepción, y que enfrenta siete denuncias por anomalías detectadas, aunado a que tiene reprobadas las cuentas públicas de los años, 2022 y 2023 que en conjunto suman casi 32 mdp en daño patrimonial; no solo eso, como no pudo competir por la reelección ante la obligación de priorizar candidatas, impuso a su hermana y perdió la elección. Ahora quiere revancha a lo cavernícola, sin embargo, debería estar más ocupado en solventar las anomalías y en defenderse de las denuncias penales que enfrenta, incluida la nueva generada por golpear a empleados públicos.

¿Y LAS BLINDADAS?

La decena de camionetas blindadas, pagadas a sobrecosto por más de 56 millones de pesos, es un tema ya superado para la triste historia que nos gobierna, al menos eso cree su equipo de “contención de crisis”. Apuestan a que el asunto sea invadido por la amnesia colectiva y así, la casta privilegiada siga disfrutando de las unidades y el erario pagando el gasto que generan.

Es la fecha que no transparentan el proceso de adquisición, tampoco a quiénes y porqué se las entregaron, menos el gasto que generan cada día que circulan.

Recientemente en algunos medios salió a relucir que varias de esas unidades fueron regresadas a la fábrica de blindaje porque, al parecer, presentaron fallas que deberán ser corregidas y cubiertas por la garantía, es decir, además de caras, el trabajo no se hizo correctamente, aunque también puede ser que se usen de manera negligente. Al cierre del año pasado nos enteramos que una de ellas chocó contra un vehículo particular en la avenida Juárez, aunque pedimos información oficial, la respuesta fue la negación.

Y mientras eso pasa con las blindadas, a punto de concluir el segundo mes del año las patrullas estatales no han sido ingresadas para mantenimiento, tampoco cambio de neumáticos y otras piezas de desgaste mecánico, dicen que no hay dinero para ello y deben a los talleres (de amigos, por cierto) por los servicios del año pasado, así nos lo confirmaron al interior de la propia corporación donde sigue navegando de muertito Marrufo-Romeo el marino enamorado.

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